Psicoanálisis y Pedagogía Formativa
… El hombre como el huevo, en nido de dolor será serpiente, en nido de piedad será paloma Maestro Guillermo Valencia (en: Anarcos).
DR. ROMÁN CHICA GIRALDO Médico Cirujano, Especialista en Psiquiatría y Psicoanalisis, Profesor Asociado Universidad de Caldas, Miembro honorario Asociación Colombiana de Psiquiatría.
Lo que Debe Ser la Educación hasta los 7 años:
Hasta los 7 años no nos preocupemos tanto de la educación académica pero si de una educación formativa, con lo que estaremos garantizando una infancia y vida feliz y saludable, lo mismo que la posibilidad de asimilar en la mejor forma la educación informativa o académica.
DEDICO ESTA OBRA A: Melba, mi esposa, por su estímulo y aliento; Estefanía, mi nieta, quien me sirvió de inspiración; Benhur, mi hermano, con quien tuve ocasión de discutir los más variados aspectos del presente trabajo.
0. Prólogo
Por: Benhur Chica Giraldo, M. Sc, Profesor Jubilado U. N. -véase en Google-
“El niño que no es feliz ahora, nunca lo será” (J. J. Rousseau). Este epígrafe constituye la quintaesencia del ensayo “Psicoanálisis y Pedagogía Formativa”, puesto que la vida es un reflejo condicionado: se acondiciona o se programa en los seis primeros años de vida y se refleja o manifiesta en el resto de la vida, (como una propiedad emergente).
Vinimos a este mundo a realizarnos como personas para servir a la humanidad. Esta condición consiste en llevar a cabo aquella impronta con que la naturaleza ha dotado nuestro cerebro desde el momento mismo de la concepción. Esta dotación es metamorfoseada –en los seis años siguientes- por el entorno familiar en anhelos, pretensiones, aspiraciones, y finalmente se transmuta en una vocación que rige nuestro destino. Satisfacer esa vocación es realizarnos y realizarnos es alcanzar la felicidad. De lo anterior se concluye que, la condición necesaria y suficiente para ser feliz no se improvisa, ni se enseña, ni se aprende, ella se inculca en el niño en los siete primeros años de su existencia, siempre y cuando se le trate con cariño, ternura, amabilidad, respeto… en dos palabras: amor y pedagogía. Así y sólo así tendremos un niño mentalmente sano, sin conflictos, sin traumatismos ni complejos; un niño dotado de una gran autoestima, que cuando adulto será un Adán moderno, un Adán “fresquitico”, en suma: un superhombre dispuesto a salvar a Colombia y al mundo en general porque generosidad, altruismo y servicio a la humanidad, fue lo que se le inculcó en su infancia.
El descalabro social en que vivimos, sólo se puede remediar con sucesivas generaciones de niños formados desde su infancia en un entorno sano y con pedagogía adecuada. De esta manera podríamos obtener personas probas, dispuestas a servirle a sus semejantes y cuya misión implícita sería hacer un país de maravillas.
SOSTENGO: la buena crianza del niño genera amor, porque el amor es la sincronía de una persona con su entorno (persona, sociedad, o naturaleza), sincronía que se metamorfosea en simbiosis y ésta, en un sentimiento de plenitud. El amor es pues, la continuación o consecuencia de la buena crianza.
Sólo las personas bien criadas son capaces de “hacer explotar la bomba del amor”, esto es, llevar paz a donde hay guerra, alegría a donde hay tristeza, esperanza a donde hay desesperación, y para no escribir una serie indefinida de etcéteras, diré que son capaces de poner en vigencia las catorce obras de misericordia, porque el amor destruye el odio, el egoísmo y los vicios, que plagan el mundo entero
Es inconcebible la paz sin amor, es decir sin la buena crianza del niño, porque la paz es la autoestima colectiva que genera dignidad, respeto mutuo, colaboración, igualdad, justicia social y consagración al trabajo, estas propiedades están en el consciente y en el subconsciente de las personas que han tenido una buena formación en su niñez.
El adulto, abandonado y, o, maltratado en su niñez, estará siempre dispuesto a vengarse de la sociedad con la destrucción, la muerte o cualquier otro vejamen que pueda producir horror o dolor en la colectividad, pues estas abominables convicciones fueron las que le inculcaron en su infancia.
POSTULO: el mejor medio para crear monstruos sociales es el maltrato infantil. En la década del 70 del siglo pasado emergió el narcotráfico, se recrudeció la guerrilla, surgió el paramilitarismo y apareció la liberación femenina, y con ellos el abandono del niño y la extinción del amor; la vida fácil y el enriquecimiento súbito invadieron la conciencia nacional y Colombia se convirtió en el medio de cultivo más fabuloso para crear monstruos sociales de toda índole que amenazan continuamente al país y lo condenan al retroceso.
Todo lo anteriormente dicho queda comprendido en la siguiente metáfora psicoanalítica: El pecado original – porque la mala crianza es un pecado de origen – solo se redime con la buena crianza del niño, y cuando esto suceda estaremos de regreso al paraíso terrenal. Con personas mentalmente enfermas, no se puede hacer un país próspero y pacífico. Las investigaciones recientes sobre la neurobiofísica de la mente, revelan que los centros neurológicos donde se procesan las funciones que dan origen al temperamento, el carácter y la personalidad, se gestan en los primeros seis años de vida;
y, que el maltrato del niño en este período produce, en esos centros, transtornos irreversibles en su funcionamiento para el resto de la vida. El niño así tratado va a sufrir una enfermedad llamada neurosis, y quien la padece se caracteriza por su: irresponsabilidad, desadaptación, y depresión, que conllevan a la ruptura familiar, a la desavenencia social y a todo tipo de conflictos: al crimen y a los delitos en todas sus modalidades y finalmente a la guerra. En suma, una sociedad que abandona y, ó, maltrata a sus niños, es y será una sociedad neurótica, hecha en guerra y para la guerra, y de “pronóstico reservado”.
Respetado Sr. Presidente, Dr. Juan Manuel Santos, su programa para mejorar la educación universitaria es muy loable, pertinente, y posiblemente nos ayude a escalafonar en los índices internacionales y a ser los campeones latinoamericanos en las competencias mentales; pero, la crisis social que vive Colombia, no se debe al bajo rendimiento académico de nuestros adolescentes ni al de nuestros profesionales, sino al abandono y al maltrato del niño en su más tierna infancia que ha contagiado de neurosis a nuestra sociedad , y por consiguiente la citada crisis no se subsana mejorando el nivel académico, sino formando dignamente a nuestra niñez.
Salvar a Colombia, es redimir su niñez; y esta redención requiere una Cruzada Nacional destinada a la protección de la infancia. La magnífica “Fundación de Cero a Siempre”, que tan dignamente preside la Primera Dama de la Nación: Sra. Clemencia Rodríguez de Santos, sería la Institución más apropiada para realizar la Propuesta mencionada de Protección del niño, a escala nacional. Los efectos benévolos que irradia esta Institución sobre la sociedad, pueden ser aumentados exponencialmente si se adopta como línea directriz de su pedagogía los delineamientos prescritos en: “PSICOANÁLISIS Y PEDAGOGÍA FORMATIVA” del Profesor, Psiquiatra y Psicoanalista, Dr. Román Chica Giraldo, el cual involucra a los maestros, a los padres de familia y a toda la sociedad en general.
La argumentación presentada en este prólogo, sirve de fundamento para sustentar la siguiente aseveración: Si el país no realiza una Cruzada en Pro del niño (o algo equivalente), en pocos lustros, Colombia perderá su potestad de país libre y soberano, y cuando esto ocurra, ¡ que Dios nos tenga de su mano
1. Introducción
Se trata, en este ensayo, de la aplicación de los conocimientos psicoanalíticos al desarrollo de la personalidad y a la educación infantil o Pedagogía (paidos: niño; logos: tratado), lo cual es enteramente lógico si se piensa que el Psicoanálisis es el estudio del inconsciente, y que el inconsciente es fundamentalmente infantil.
Antes de seguir adelante debo invitar a ocuparse de este trabajo, muy especialmente, a los padres de familia y a quienes aspiren a serlo más tarde o más temprano; lo mismo que a los directores, trabajadores y maestros de los jardines y de las escuelas primarias, y de las instituciones que trabajan con niños como los hospitales infantiles y Bienestar Familiar. Si por algún motivo, alguien dentro de estas personas, no quiere o no puede dedicar el tiempo necesario para su lectura total, es recomendable que lea al menos el capítulo: DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD Y EDUCACIÓN FORMATIVA, que por lo demás podría animarlo a su lectura y estudio total.
El niño por su condición de tal, tiene todo el derecho a recibir educación en primer lugar, y en cuanto sea posible, de sus propios padres y más allá, de otras personas como familiares y sobre todo de los educadores, en los distintos niveles académicos. Ese derecho a la educación debe acompañarse de un profundo respeto a su personalidad en desarrollo y muy especialmente a su felicidad. La infancia no tiene que ser, ni debe, ni puede ser una época infeliz, que ningún niño merece, y ha de ser una época feliz no solo para acompañar y hacer grata la infancia del niño, sino para que el crecimiento y desarrollo de su personalidad también lo sean y conduzcan al logro de una personalidad adulta igualmente alegre y saludable. En efecto, todas las enfermedades mentales funcionales, es decir en cuanto no son consecutivas a alteraciones cerebrales orgánicas, detectables con los actuales recursos médicos, son la consecuencia de las diversas formas de maltrato e infelicidad en alguna o en distintas etapas del desarrollo psíquico en la infancia, que pueden evidenciar su influjo patológico a lo largo del desarrollo psíquico, o quedar aparentemente olvidados como consecuencia de la represión, mecanismo psíquico importante en el desarrollo psíquico normal, pero que en casos patológicos es utilizado como mecanismo psíquico de defensa inconsciente,cuando el niño, ante sentimientos intolerables en su consciencia,
sin proponérselo y sin darse cuenta, olvida tales sentimientos, es decir, los reprime; de allí el nombre de represión, según el cual, el elemento psíquico reprimido se hace inconsciente y desde esa condición puede no saberse más de él, o puede manifestarse en la consciencia en las más variadas formaciones sustitutivas irreconocibles para el paciente (sueños, síntomas, chistes y formaciones ideológicas las más variadas). El mecanismo de represión no se hace sin cierto gasto de energía psíquica, tanto para causarla como para mantenerla, a lo cual, a esto último, es a lo que se llama resistencia.
La represión como mecanismo defensivo hace que en muchos casos, sobre todo en aquellos que no quedan formaciones sustitutivas, el paciente niño o adulto, sea considerado normal. Sin embargo las más variadas situaciones traumáticas, (o sentimientos mal tolerados en su consciencia) a veces muy poco significativos, pueden romper ese precario equilibrio psíquico o predisposición a la enfermedad, dando así principio a las francas manifestaciones de la misma que exigirán recursos terapéuticos los más variados, más o menos eficaces, y entre los cuales se encuentra el Psicoanálisis, igualmente más o menos útil en las enfermedades consecutivas a traumas psíquicos en las etapas más tempranas del desarrollo (ver más adelante etapa oral y anal) , y tratamiento específico para las psiconeurosis, consecutivas a traumas psíquicos ocurridos en la etapa fálica o genital (ver más adelante desarrollo de la personalidad y educación formativa).
Es frecuente encontrar personas adultas que reconocen haber sido objetos de una educación muy drástica en su infancia, y que hoy agradecen a sus padres que así fuera, porque de lo contrario no serían las buenas gentes que son hoy y en cambio serían personas socialmente indeseables. Y por supuesto se trata de personas que hoy utilizan con sus hijos iguales recursos educativos. Precisamente se trata aquí de aquellas personas que crecieron en medio de una educación traumática y que hoy se conducen en apariencia normalmente, pero que son predispuestas a las psiconeurosis, de las cuales se protegen mediante mecanismos defensivos los más variados como la represión (en nuestro caso olvido del sufrimiento que las amenazas, gritos y castigos les causaron sus padres) y la formación
reactiva (cambio del odio por amor y gratitud a los padres).
Por supuesto que el uso de los mecanismos defensivos, en este caso represión y formación reactiva, es inconsciente, es decir el sujeto ignora que está apelando a ellos.
Esta persona conscientemente amorosa y agradecida con sus padres tiene, como consecuencia, una vida más o menos conflictiva consigo misma y con los demás en cuanto son sustitutos de los padres y en cuanto con ellos sí se pueden expresar el odio y la hostilidad que en el inconsciente están dirigidos a los padres
El Psicoanálisis terapéutico o reeducación psicoanalítica, en la medida que logra vencer la oposición o resistencia a reconocer o a hacer consciencia de la verdad de los sentimientos hostiles dirigidos a sus padres o a alguno de ellos, atenúa la problemática conflictiva consigo mismo y con los demás, sin que se afecte negativamente la relación con los padres, a los que se tiende a perdonar los errores cometidos como educadores, como el mismo sujeto se perdona los suyos en la actualidad. Serian estos los resultados, sucintamente expresados, de la psicoterapia analítica.
Las anteriores reflexiones son, por lo demás, útiles como una muy breve introducción al Psicoanálisis para aquellas personas que lo desconocen totalmente. Hablar con propiedad de una introducción al Psicoanálisis supondría cambiar nuestros propósitos de señalar el valor del Psicoanálisis para la Pedagogía, y ocuparnos de un tema muy amplio y científicamente interesante del cual muchos autores se han ocupado y del que el mismo S. Freud nos dejó una de sus obras más valiosas: Introducción al Psicoanálisis, cuyo conocimiento es recomendable para todos.
Y vamos viendo que no es posible adentrarnos en Psicoanálisis y Pedagogía Formativa sin ocuparnos así sea brevemente, de los más variados temas de la teoría psicoanalítica como hasta aquí hemos tenido ocasión de ver cuando hablamos de represión, formación reactiva, resistencia, que integran también el capítulo que trataremos lo más brevemente posible sobre elementos psicoanalíticos, los más indispensables para nuestros fines.
2. Justificación
Es quizás muy ambicioso, pero considero conveniente, en alguna medida, contribuir a superar la que Freud llamó su negligencia por no haber dedicado parte de su labor a la Pedagogía, de lo cual se consuela recordando que su hija Ana dedicó su vida al Psicoanálisis de los niños. Por su supuesto que tal idea, negligencia de Freud, es inaceptable si se piensa que ya el Psicoanálisis, su creación, como iremos viendo, es una acabada psicología de la infancia, y que, más que nada ni nadie, son el Psicoanálisis y los psicoanalistas quienes están dotados de la preparación intelectual y la convicción correspondiente para orientar o enseñar a orientar la Pedagogía, protegiendo al niño simultáneamente de traumas que puedan llegar a generar alguna patología mental. En efecto, el Psicoanálisis enseña paso a paso el desarrollo de la personalidad, sus perturbaciones y la forma de corregirlas cuando esto es posible, y por supuesto, enseña a veces expresamente y otras de forma sugerida, la manera de lograr un desarrollo saludable de la personalidad que proteja contra toda forma de enfermedad y de comportamientos socialmente incompatibles.
A propósito, es frecuente que se busquen se discutan y se propongan ideas dirigidas a prever y prevenir en particular cada una de las enfermedades y disturbios mentales con lo cual se acumularía una cantidad inmanejable de normas. Por su puesto, mejor que luchar por prevenir cada una de la patologías, es trabajar como se puede proponer desde el psicoanálisis y pedagogía formativa, por la salud mental del niño en cada etapa de su desarrollo, con lo cual se cierra el paso a todas las patologías por lo menos en cuanto son adquiridas. En efecto, las psicosis y ciertos trastornos de la personalidad que arraigan en las etapas más tempranas (oral y anal), y los trastornos neuróticos de la personalidad y la psiconeurosis en las etapas anal y fálica pueden ser evitadas por la educación formativa en tales etapas.
Por otra parte al hablar de Pedagogía se impone introducir una clara diferenciación que, hasta donde sabemos, no viene siendo claramente reconocida por los estudiosos ni por los educadores. Se trata de que la educación o Pedagogía contiene dos aspectos completamente diferentes: la formación de la personalidad o educación que llamaremos Educación Formativa, y la ilustración en los campos científicos, culturales y profesionales que llamaremos Educación Informativa o académica. La primera, o sea la Educación Formativa, se hace desde el nacimiento; trabaja con la vida instintiva y emocional del niño a lo largo del desarrollo de su personalidad, labor que conduce a generar, hacia los 7 años, la instancia más elevada de la personalidad que es el Superyó o Superego En cambio la Educación Informativa o Ilustrativa se hace o trabaja fundamentalmente en relación con la inteligencia y las habilidades del niño que, ya desde el nacimiento, y a pesar de su inmadurez, constituyen el Yo del niño, que en la época escolar ha alcanzado ya un importante desarrollo y está habilitado en dicha época escolar, aproximadamente a los 7 años de edad, y a partir de ella, para lograr los más variados progresos de habilidades laborales, deportivas, culturales y profesionales, etc. que son habilidades y progresos del Yo. Una buena Educación Formativa es base definitiva para el logro de una buena Educación Informativa; es decir, el niño bien formado en su personalidad será más hábil para recibir la Educación Informativa.
La Educación Formativa es el gran recurso para la felicidad y la salud mental del niño que en iguales condiciones se proyecta hacia el futuro adulto y a su adaptación a la sociedad.
La misma Educación Informativa, insistamos, la capacidad del niño para asimilarla, dependerá en gran medida del éxito o fracaso de la formativa.
El objetivo de presente trabajo es, por supuesto, la educación formativa que es en al que puede influir el psicoanálisis. La educación informativa la dejamos a los académicos.
Lo hasta aquí dicho es suficiente recomendación e invitación a ocuparnos seriamente de la educación, y sobre todo de la Educación Formativa, con la que nos podemos evitar, en gran medida, la enfermedad mental y las afecciones psicopáticas y sociopáticas que apestan a nuestra sociedad.
Y se ha dicho: “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”. Significa que el educador y filósofo ha considerado equivocada la educación vigente, y se entiende que nos invita a un cambio sustancial. La anterior cita de Rousseau “El hombre nace buen y la sociedad lo corrompe”, y en cuanto a la hora de nacer, el psiquismo es puro instinto, permite pensar que posiblemente el principal elemento corruptor de la sociedad y para la sociedad es la interpretación que hace de los instintos como algo nocivo, despreciable y que trata de suprimir. En efecto la educación vigente no quiere saber nada de los instintos sobre todo del instinto sexual y del instinto agresivo a los que principalmente hace objeto la educación. No así al instinto de conservación. No es lógico ni justo olvidar que el reino animal, especialmente los mamíferos y con ellos la especie humana, funciona principalmente en relación con tales instintos, pero que solo en los humanos son cuestionados, que los instintos son parte fundamental de los seres vivos y que es solo la errónea interpretación que la educación tiende a hacer de ellos, lo que hace recaer sobre los mismos criterios como nocivos, funestos, malos perversos, etc… y si no se quiere aceptar que el hombre nace bueno, se impone que nace natural e instintivo que esto es lo más característico en él y que la educación ha de respetar al máximo posible su naturalidad.
Sin desconocer la gran importancia de la Educación Informativa es justo resaltar sobre ella la de la Formativa, y no por cualquier cosa, sino porque necesitamos antes que nada formar seres humanos saludables, alegres, entusiastas y dispuestos para la vida, con lo cual, entre otras cosas, se capacitan para asimilar, así sea un poco más tarde, la Educación Informativa. Y entendemos que definitivamente es el irrespeto y a deficiente doma de los instintos, la causa de las psicopatologías y sociopatías que hoy nos abruman.
En relación con lo anterior no deja de ser desconcertante observar que en las altas esferas de la educación y del gobierno, se carece de un real acatamiento de la Educación Formativa y el interés se pone fundamentalmente en la Educación Informativa. Se desatiende pues en gran medida la Educación Formativa y se confía en exceso en los valores de la Educación Informativa. Consecuentes con estos criterios se proponen y disponen grandes recursos para fomentar esta educación y difícilmente se menciona la importancia y la necesidad de aportar también recursos para el fomento de la Educación Formativa. Todo es importante, pero, si de cambiar el enorme malestar social que tenemos se trata, podemos resultar poniendo el parche donde no es el dolor;
hay que trabajar para formar el niño como persona humana adecuada a nuestros ideales, y olvidarnos que la sola Educación Informativa pueda aportarnos mucho en este sentido,como bien lo demuestra la enorme cantidad de profesionales universitarios que precisamente
son principales y frecuentes corruptos de nuestra sociedad, los delincuentes de cuello blanco. Debemos pues ocuparnos, y mucho de la Educación Formativa que transcurre principalmente entre el nacimiento y los 7 años de edad, época en la cual la Educación Informativa tiene aún generalmente mucho camino por recorrer.
Desde cuando se inició la violencia en Colombia y poco después el narcotráfico, se empezó a disminuir el enorme y sin duda exagerado interés por educar al niño que antes existió, y exagerado a tal grado que los niños crecían enfermos de la personalidad, de neurosis o psicosis, niños agobiados por las exigencias y limitaciones de toda índole que sobre ellos pesaban. Por cierto era mala educación por exceso e intolerancia, y mala porque era ordenada para ya, es decir, sin permitir la consecuencia de un proceso educativo, con lo cual además se ponía y aun se pone de manifiesto la irresponsabilidad de los padres que no aceptaban el trabajo a largo plazo que supone el proceso educativo, y se acogían a la recomendación religiosa: “si tu mano te hace pecar, córtala”.
Sin embargo el cambio suscitado por la violencia y el narcotráfico fué tan intenso, que inhibió y casi hizo desaparecer el anterior sistema educativo. Se empezó el abandono del niño, el dejar hacer, el mal ejemplo y, como consecuencia lógica, el malestar social y el incremento de la psicopatías y de las sociopatías. En estas condiciones el hombre se dedicó al dinero y la vida fáciles; la criminalidad se intensificó y, desde luego, el hombre desatendió sus obligaciones de toda índole en el hogar.
Pero faltaba algo para completar el triángulo maligno contra el niño, el feminismo, aparecido hace más de 40 años. No pretendo discutirlo y ni siquiera negar la justicia de esta revolución de la cual se jactan las mujeres diciendo que es la única hecha sin el derramamiento de una gota de sangre. Pero es que la presencia de la mujer en el mercado laboral, en una época en la que ya era marcado el desempleo masculino y el país no estaba por tanto preparado para asimilar la duplicación de su fuerza laboral, que fué lo que significó la presencia de la mujer en el mercado laboral, que desplazó del mismo a los hombres, quienes sin duda fueron a incrementar el narcotráfico, la violencia y la delincuencia común. Y esto es sangre, como sangre es la de las mismas mujeres que parecen hoy ser víctimas de la agresividad y venganza del hombre.
Pero es que, finalmente, la actividad laboral de la mujer le ha impedido cumplir adecuadamente sus deberes como madre. Se dan justificaciones más o menos sofisticadas. Pero la relación madre-hijo es insustituible aunque ella decida e imponga lo contrario como viene sucediendo, y ya sabemos cuál es el resultado para el porvenir del hijo: crecer para aumentar la enfermedad mental y la criminalidad de toda índole, incluida la delincuencia común.
Es lamentable que sobre este tema transcendental (el feminismo), la contraparte masculina y el mismo estado nunca se hayan pronunciado, asumiendo una actitud cómplice, cuando siempre ha sido posible buscar y encontrar soluciones.
Trabajar por controlar los principales defectos de nuestra sociedad derivados del narcotráfico, la violencia y el feminismo, es poner sólidas bases necesarias para establecer la educación orientada desde el Psicoanálisis y Pedagogía Formativa.
3. Fundamentos Psicoanaliticos
Se trata de breves pero fundamentales comentarios sobre distintos aspectos de la teoría psicoanalítica en cuanto son aplicables a nuestros fines de Psicoanálisis y Pedagogía formativa.
Cada momento en el desarrollo de la personalidad del niño invita al adulto, a los padres, a observar, pensar, concluir, decidir y poner en acción comportamientos y actitudes los más adecuados a la situación dada. Y me refiero a las actitudes y comportamientos de los padres en relación con el desarrollo de la personalidad del niño hasta terminada la adolescencia.
Ese desarrollo de la personalidad continúa, más allá, hasta incluir las etapas de madurez, climatérica o involutiva y senectud, las que se dan en épocas en las cuales las relaciones con los padres ya no tienen valor educativo.
El Psicoanálisis estudia el desarrollo de la personalidad a partir de la aparición y funcionamiento sucesivo en él, de tres instancias psíquicas el Ello, el Yo y el Superyó, de los cuales, el primero hace relación con los instintos y la vida emocional inconsciente; el segundo, el Yo con la inteligencia, la razón y la vida emociona consciente, y el Superyó con la ética y la moral.
3.1. El Ello
Como se ve es la parte instintiva de la personalidad; está formado por las tendencias agresivas y sexuales; es inconsciente en el adulto y preconsciente en el niño en cuanto en Él aún no existe la consciencia, y constituye casi todo lo que puede ser llamado psiquismo a la hora del nacimiento. Puede definirse como que es: la actividad mental de los instintos. La evolución del Ello que se va dando a lo largo de la vida en ocho etapas genera simultáneamente el Yo y el Superyó, determinando así el desarrollo de la personalidad.
Tales etapas son sucesivamente: oral, anal o sádico anal, fálica o genital, etapa de latencia, adolescencia o etapa puberal, adultez, etapa climatérica o involutiva y senectud o ancianidad.
Para nuestros fines de Psicoanálisis y Pedagogía Formativa las más importantes son las primeras cuatro etapas ya que son estrictamente infantiles y constituyen las primeras experiencias del niño con sus tendencias instintivas eróticas y agresivas, que se acompañan simultáneamente de la evolución del Yo. En cambio las cuatro últimas etapas de la evolución del Ello constituyen regresiones y repeticiones de las primeras. Así, la adolescencia y el climaterio son regresiones a la etapa fálica o genital; la madurez es una regresión a la etapa de latencia, y la senectud es una regresión a la etapa oral y anal.
Es necesario atender que el Ello es siempre inconsciente, y cuando se hace consciente espontáneamente o como consecuencia de la terapia psicoanalítica se hace parte del Yo; convirtiéndose en un nuevo incremento del Yo a expensas del Ello; en cambio el Yo y el Superyó, son generalmente conscientes.
No sobra insistir que la Educación Formativa se hace, en relación con las tendencias sexuales y agresivas del niño que son las que conforman el Ello y que son las causantes de conflictos en la personalidad con repercusiones en la vida familiar y social, lo mismo que en la salud mental; tendencias sexuales y agresivas que sin duda todo padre o educador reconoce como las tendencias con las cuales se debate en su labor educativa, y tendencias que son las causantes del malestar y conflictos sociales que caracterizan la psicopatías, las sociopatías y las psicopatología en general.
Como se ve es la parte instintiva de la personalidad; está formado por las tendencias agresivas y sexuales; es inconsciente en el adulto y preconsciente en el niño en cuanto en Él aún no existe la consciencia, y constituye casi todo lo que puede ser llamado psiquismo a la hora del nacimiento. Puede definirse como que es: la actividad mental de los instintos. La evolución del Ello que se va dando a lo largo de la vida en ocho etapas genera simultáneamente el Yo y el Superyó, determinando así el desarrollo de la personalidad.
Tales etapas son sucesivamente: oral, anal o sádico anal, fálica o genital, etapa de latencia, adolescencia o etapa puberal, adultez, etapa climatérica o involutiva y senectud o ancianidad.
Para nuestros fines de Psicoanálisis y Pedagogía Formativa las más importantes son las primeras cuatro etapas ya que son estrictamente infantiles y constituyen las primeras experiencias del niño con sus tendencias instintivas eróticas y agresivas, que se acompañan simultáneamente de la evolución del Yo. En cambio las cuatro últimas etapas de la evolución del Ello constituyen regresiones y repeticiones de las primeras. Así, la adolescencia y el climaterio son regresiones a la etapa fálica o genital; la madurez es una regresión a la etapa de latencia, y la senectud es una regresión a la etapa oral y anal.
Es necesario atender que el Ello es siempre inconsciente, y cuando se hace consciente espontáneamente o como consecuencia de la terapia psicoanalítica se hace parte del Yo; convirtiéndose en un nuevo incremento del Yo a expensas del Ello; en cambio el Yo y el Superyó, son generalmente conscientes.
No sobra insistir que la Educación Formativa se hace, en relación con las tendencias sexuales y agresivas del niño que son las que conforman el Ello y que son las causantes de conflictos en la personalidad con repercusiones en la vida familiar y social, lo mismo que en la salud mental; tendencias sexuales y agresivas que sin duda todo padre o educador reconoce como las tendencias con las cuales se debate en su labor educativa, y tendencias que son las causantes del malestar y conflictos sociales que caracterizan la psicopatías, las sociopatías y las psicopatología en general.
3.2. El Yo
Continuando la presentación sintética de algunos fundamentos psicoanalíticos que facilitan la descripción y comprensión de lo que es la Educación Formativa, tenemos que hacer referencia al Yo cuya presencia en el psiquismo sucede ya desde el nacimiento, se hace más notorio a los 4 o 6 meses del niño y es cuando puede definirse como siendo los estados de tensión de origen instintivo. Ese Yo inmaduro evoluciona hasta los tres (3) años cuando ya puede definirse como el ejecutante de los instintos. A partir de aquí se origina el Yo maduro que evoluciona hasta los siete u ocho años de edad cuando, considera el Psicoanálisis, está el Yo casi completamente desarrollado, y puede definirse como la parte de la personalidad que se identifica a sí misma y mantiene la identificación a lo largo de los cambios en la existencia. Es lo que hace que una persona sepa que es su propio Yo y no el de otra persona quien participó en determinadas situaciones a lo largo de la vida. Y hemos dicho casi completamente desarrollado hacia los ocho años porque en efecto son mayores los cambios desde el nacimiento hasta los ocho años, que los que habrá en adelante que sin embargo son notorios y decisivos, pues han de habilitarlo para velar por su subsistencia.
Continuando la presentación sintética de algunos fundamentos psicoanalíticos que facilitan la descripción y comprensión de lo que es la Educación Formativa, tenemos que hacer referencia al Yo cuya presencia en el psiquismo sucede ya desde el nacimiento, se hace más notorio a los 4 o 6 meses del niño y es cuando puede definirse como siendo los estados de tensión de origen instintivo. Ese Yo inmaduro evoluciona hasta los tres (3) años cuando ya puede definirse como el ejecutante de los instintos. A partir de aquí se origina el Yo maduro que evoluciona hasta los siete u ocho años de edad cuando, considera el Psicoanálisis, está el Yo casi completamente desarrollado, y puede definirse como la parte de la personalidad que se identifica a sí misma y mantiene la identificación a lo largo de los cambios en la existencia. Es lo que hace que una persona sepa que es su propio Yo y no el de otra persona quien participó en determinadas situaciones a lo largo de la vida. Y hemos dicho casi completamente desarrollado hacia los ocho años porque en efecto son mayores los cambios desde el nacimiento hasta los ocho años, que los que habrá en adelante que sin embargo son notorios y decisivos, pues han de habilitarlo para velar por su subsistencia.
3.3. El Superyo
Así como el Yo procede del Ello, el Superyó procede del Yo, y como éste, por consiguiente, también tiene un origen hereditario. Pero el mayor aporte del Yo a la generación del Superyó procede de su relación con la acción educadora de los padres por lo que puede definirse como: es la parte de la personalidad que corresponde a una diferenciación del Yo en cuanto tuvo relación con la acción educadora de los padres. Es pues la internalización de los padres en la personalidad, y con ella la internalización del orden social; de la conciencia religiosa, moral, ética, estética y de los ideales. Este origen del Superyó en la relación con los padres es a lo que se ha llamado el origen ambiental del Superyó que, como el Yo, se inicia muy temprano en la vida del niño y es ya evidente en la etapa sádico anal cuando el niño ha logrado su control de esfínteres como consecuencia de la educación, época a la que tan apropiadamente S. Ferenczi ha dado el nombre de “moralidad de los esfínteres”, y educación que, como ya se ha dicho, debe esperar el desarrollo del parasimpático sacro hacia aproximadamente los cinco años de edad, pues sería absurdo esperar la acción fisiológica si no existe aún tal desarrollo neurológico.
Sin embargo, el mayor aporte a la generación del Superyó ocurre en la etapa genital y principalmente como consecuencia de las relaciones edípicas, y no puede hablarse de un Superyó normal y adulto hasta cuando se haya superado el complejo de Edipo. Por estas razones se ha dicho que el Superyó es el heredero de los padres y propiamente del Complejo de Edipo.
El Superyó se comporta como un ojo que vigila los sentimientos y actos de la personalidad; automáticamente dicta a la personalidad, al Yo, en las más variadas situaciones, su criterio sobre el bien y el mal.
Así como el Yo procede del Ello, el Superyó procede del Yo, y como éste, por consiguiente, también tiene un origen hereditario. Pero el mayor aporte del Yo a la generación del Superyó procede de su relación con la acción educadora de los padres por lo que puede definirse como: es la parte de la personalidad que corresponde a una diferenciación del Yo en cuanto tuvo relación con la acción educadora de los padres. Es pues la internalización de los padres en la personalidad, y con ella la internalización del orden social; de la conciencia religiosa, moral, ética, estética y de los ideales. Este origen del Superyó en la relación con los padres es a lo que se ha llamado el origen ambiental del Superyó que, como el Yo, se inicia muy temprano en la vida del niño y es ya evidente en la etapa sádico anal cuando el niño ha logrado su control de esfínteres como consecuencia de la educación, época a la que tan apropiadamente S. Ferenczi ha dado el nombre de “moralidad de los esfínteres”, y educación que, como ya se ha dicho, debe esperar el desarrollo del parasimpático sacro hacia aproximadamente los cinco años de edad, pues sería absurdo esperar la acción fisiológica si no existe aún tal desarrollo neurológico.
Sin embargo, el mayor aporte a la generación del Superyó ocurre en la etapa genital y principalmente como consecuencia de las relaciones edípicas, y no puede hablarse de un Superyó normal y adulto hasta cuando se haya superado el complejo de Edipo. Por estas razones se ha dicho que el Superyó es el heredero de los padres y propiamente del Complejo de Edipo.
El Superyó se comporta como un ojo que vigila los sentimientos y actos de la personalidad; automáticamente dicta a la personalidad, al Yo, en las más variadas situaciones, su criterio sobre el bien y el mal.
3.4. Contenido Psiquico o teoría del Inconsciente
Contra lo que opina la psicología, para la cual el psiquismo o contenido psíquico equivale a la consciencia, el psicoanálisis clasifica el contenido psíquico en consciente que es todo lo que tiene acceso a la consciencia; e inconsciente que no lo tiene. El contenido mental consciente se clasifica en consciente propiamente dicho que se limita a ser lo que está activo en la Consciencia en un momento dado; es decir lo que pienso en este momento; y preconsciente que es lo que puedo hacer consciente espontáneamente o por un acto de la voluntad (recuerdos) o por la libre asociación de ideas.
El contenido mental inconsciente se clasifica en inconsciente primitivo que es aquel que nunca ha sido consciente, e inconsciente reprimido, como lo indica su nombre, es el inconsciente consecutivo a la represión; es, el que determina la represión normal y la psiconeurosis; y consiguientemente es el inconsciente importante para el psicoanálisis cuya labor es hacerlo consciente. Es también el inconsciente reprimido algo que debe ser limitado al máximo posible por la educación. Evidentemente si la psicoterapia analítica busca hacer consciente el inconsciente reprimido es porque tal inconsciente es afín con la enfermedad neurótica, y en cambio la capacidad de consciencia lo es por la salud mental.
El criterio sobre el inconsciente va mucho más allá del conocido subconsciente que con frecuencia se invoca principalmente para explicar algún error de alguien. Se dice en estos casos: “lo traicionó el subconsciente”. Sería más justo decir que “lo traicionó el preconsciente”, porque en estos casos se suele señalar la causa precisa del error que por lo tanto tiene acceso a la consciencia que es lo esencial del contenido mental preconsciente.
Pero es que, diferenciando aún más la analogía entre consciente e inconsciente, la primera hace referencia a una situación psíquica, en cambio la segunda es el eje de una teoría psicoanalítica que contiene elementos como inconsciente primitivo y reprimido, y la represión como un mecanismo psíquico que involucra además la resistencia, y que incluye el pensamiento primario o de proceso primario con las más variadas cualidades (es infantil, concretista, preverbal, atemporal, simbólico, etc)
4. Desarrollo de la personalidad y Educación Formativa.
Interesa ahora volver sobre las etapas del desarrollo de la personalidad en el cual, como hemos dicho se incluye no solamente el Ello sino también El Yo y El Superyó, para explicar lo que es la Educación Formativa en cada uno de esas etapas y a lo largo de dicho desarrollo.
4.1. Etapa Oral
Se refiere a las sensaciones de placer que desde recién nacido y hasta el uno y medio años de edad experimenta el bebé en las mucosas labial, yugal y lingual, que constituyen un dispositivo puesto por la naturaleza, que le garantiza la repetición placentera del acto de succionar, que a su vez le garantiza aprender a alimentarse. Es decir, el instinto de conservación asegura la subsistencia aprovechando y cabalgando sobre el instinto sexual.
Y es también ese acto de succionar que se perpetúa en hábitos como fumar, el placer gastronómico y principalmente en el beso, que llega a tener tanta importancia como manifestación de amor y acto premonitorio del coito. Y a pesar de lo indiferenciado de la relación oral del niño con el pecho materno, constituye la más antigua experiencia de amor en cuanto es placiente y de odio si es displaciente, lo que después del nacimiento de los dientes se manifiestan mordiendo el pecho materno.
Pensando desde ahora en el proceso educativo del recién nacido, hay que tener presente el ambiente cálido y acogedor que era el vientre materno y que al nacer el niño tendrá que encarar el exceso de frio o de calor, los ruidos, el contacto con objetos, el hambre, etc. Efectivamente todo aquel que haya observado la actitud del recién nacido percibe su gran incomodidad y que la criatura no se siente para nada a gusto en su nuevo ambiente. Se trata pues de proporcionar a la criatura el máximo de comodidad y bienestar posible. Todo lo que se oponga a esta finalidad es nocivo y la responsabilidad recae sobre la madre y demás personas del medio familiar.
Vale la pena recordar aquí el error tan difundido y recomendado aún por muchos médicos, según el cual hay que establecer horarios rígidos para el suministro de los alimentos al lactante. Este recurso puede ser útil para la madre que desea tener bien planificada su labor. Pero el bebé no sabe de limitaciones ni de horarios; siente que sufre por hambre y lo expresa con un llanto furioso. No complacerlo es una indolencia imperdonable y limitante con la criminalidad. Se argumenta que el bebé tiene que aprender a frustrar sus tendencias por cuanto la vida así lo va exigiendo. Pero no es la hora ni la forma. El bebé solo ha conocido satisfacción abundante a sus necesidades en el vientre materno en donde se ha capacitado para salir al mundo exterior. Pero nada más; no hay que exigirle por ahora nada más; ya tiene suficiente frustración con el cambio de ambiente en el cual, como vemos, es de suponer no se siente nada bien. Pero además, todos los humanos adultos tenemos derecho a luchar y en realidad luchamos continuamente contra toda clase de frustraciones y vamos aprendiendo que, al menos, en muchos casos, la mejor forma de alcanzar el éxito contra la frustración es la renuncia real, auténtica y consciente al objeto deseado. Pero esto requiere experiencia de satisfacciones anteriores, reflexión y madurez de la personalidad, cosas de las cuales el lactante está aún muy lejos. Y ¡ojo! que pueden existir tendencias agresivas inconscientes (filicidas) que atacan al niño, pero que por su carácter de inconscientes no son reconocidas y en cambio se hacen justificaciones y racionalizaciones de tal conducta. Pero es que, al fin y al cabo, ese niño ha venido a comprometer toda la vida de los padres que tal vez no tengan la suficiente madurez y capacidad para asumir tal compromiso y las frustraciones que demanda. De esta situación de un niño a la de expósito solo hay un paso.
Definitivamente hay que darle al recién nacido el pecho o el biberón cuando él lo exige y protegerlo contra todo riesgo: frio, calor, contacto indebido con objetos, animales domésticos, insectos, niños, etc.
Otro grave error es obligar al niño a comer, o acaso ¿el adulto lo admite? Obligar al niño a comer significa desconocer que puede no tener hambre,
que puede no apetecer determinado alimento, que puede estar enfermo, aún, que puede estar protestando contra algo. Obligar al niño a comer en exceso lo expone a indigestiones y aún enfermedades más graves. Lo más recomendable es averiguar porque el niño no come.
Cabe señalar, así sea en forma breve, las consecuencias de una deficiente educación en la etapa oral. Todo lo bueno o malo que experimente el niño en la etapa oral o en otras etapas tempranas del desarrollo tiende a conservarse en su vida y estará, en alguna forma inconsciente, presente en la edad adulta, para influir en su salud mental favorable o desfavorablemente. Alguien ha dicho con toda razón que el niño es el padre del adulto.
Así, el robo a mano armada lo mismo que la drogadicción, en las cuales el objeto robado y la sustancia adictiva, son sustitutos del pecho materno, y la actitud agresiva del ladrón y la del adicto con el sufrimiento que causan en la familia y la sociedad, configuran la repetición de la situación infantil de sufrimiento y de rabia en relación con la madre. Pero estos actos del individuo adulto, que son la repetición y la expresión de situaciones infantiles, son totalmente inconscientes, es decir, el sujeto desconoce tales repeticiones, y que son la manifestación de sus tempranas privaciones orales.
Dependiendo de otras motivaciones específicas pueden aparecer adultos dependientes, es decir que no han logrado evolucionar sus necesidades orales hasta vincularlas y satisfacerlas con sus posibilidades laborales. Aparecen así el mendigo; el que no paga sus deudas; el trabajador incompetente, y el que todo lo espera de otros. Son en general personas pasivo-dependientes por oposición a los anteriormente señalados agresivo dependientes. Un caso bien descrito en la literatura de personalidad pasivo-dependiente es el protagonista de la obra de KAFKA, La Metamorfosis, en la cual el sujeto es bien consciente de su enorme dependencia. Pero esas necesidades de dependencia pueden ser inconscientes, es decir, rechazadas de la consciencia y por lo tanto no reconocidas por la persona.
Esas tendencias así reprimidas o rechazadas de la conciencia, es decir hechas inconscientes, pueden hacer inervaciones que afectan alguna parte del cuerpo generando las más variadas patologías o trastornos fisiopatológicos. Por ejemplo, una necesidad de dependencia inconsciente puede afectar o inervar el estómago aumentando la producción de ácido clorhídrico, o sea la acidez del jugo gástrico, lo que conduce a la úlcera péptica. Finalmente, no deja de ser interesante recalcar que la alimentación no puede ser impuesta al niño como sucede con frecuencia, lo que le causa malestar y llanto con el cual rechaza este procedimiento. Si se tiene en cuenta que en la etapa oral se inicia no solo la satisfacción del instinto de conservación a través del alimento, sino que también es el inicio de la sexualidad humana (placer oral), puede entenderse que esa imposición de la alimentación por parte de la madre, o por quien sea es una forma de acoso sexual enteramente análoga al insufrible acoso sexual que puede sufrir una persona en etapas como la adolescencia y la madurez. La Educación Formativa recomienda renunciar a este tipo de actividades, o sea el acoso sexual oral en el niño.
Considero lo dicho hasta aquí suficiente para comprender la importancia del conocimiento de la etapa oral del desarrollo y para el reconocimiento de la Educación Formativa en ella, que no es otra que procurar al máximo de bienestar de la criatura.
4.2. Etapa Anal
Una parte de las tendencias orales, que vienen constituyendo prácticamente hasta ahora todo el psiquismo del niño, se desplazan del uno a uno y medio año de edad hasta los tres años aproximadamente, hacia la zona anal y uretral (el ano y sus funciones excrementicias; los excrementos, las zonas glúteas) satisfaciendo su erotismo y agresividad en ellas. Es la época en la cual el niño experimenta el interés que la madre pone en su aseo y en su control de esfínteres, y descubre que tiene con ellos un sentimiento de poder, de poder agradarla o agredirla, atendiendo o desatendiendo al aseo ordenado por la madre. Se encuentra allí el origen de actitudes conducentes al aseo y desaseo; a la rebeldía y la sumisión, a la agresividad y la pasividad; a la obstinación y colaboración, al orden y desorden. Es importante insistir que en esta época de la vida, la educación para el control de esfínteres solo se iniciará después que se haya producido la maduración del sistema nervioso parasimpático sacro que ocurre a los cinco años aproximadamente.
Pero el niño descubre en esta época de su vida otro sentimiento: el de posesión; siente sus excrementos como algo propio y muy pronto como un regalo que hace a la persona amada, a la madre; es decir que los excrementos tienen valor de oro y de dinero, y cuando experimenta el placer de expulsarlos o retenerlos se empieza a configurar el origen de la generosidad y la avaricia que un día caracterizarán al filántropo y al avariento respectivamente.
Se comprende pues la importancia de una adecuada educación en la etapa anal que permita un desarrollo de la personalidad compatible con características saludables para el individuo y valiosas para la convivencia con otras personas, no solo y no tanto en la infancia, sino sobre todo pensando en la personalidad adulta; características deseables como queda dicho, como el aseo, el orden, equilibrio entre agresividad y pasividad; entre obstinación y colaboración, entre largueza-generosidad y avaricia, etc. Para lograrlo, la Educación Formativa correspondiente cuenta no solo con el desarrollo del sistema parasimpático sacro sino que es importante permitir al niño el ejercicio de sus funciones excrementicias lo más natural posible; limitar al máximo el contacto físico de la madre y educadores con las zonas ano rectales incluidas las zonas glúteas, pues tales actividades y contactos son sentidas como seducciones o agresiones por el niño, lo cual determina intensificación y fijación de las tendencias. Al respecto, hay que proscribir las famosas y tan frecuentes nalgadas que aparte del sufrimiento que generan son un irrespeto a la personalidad del niño y perturban el desarrollo de las tendencias anales implicadas. No deja de ser interesante recordar como una persona adulta dice de alguien que “la embarró”, como un conocimiento y reconocimiento inconsciente de lo que ese alguien ha hecho o dicho, corresponde a una fijación en la etapa anal y más precisamente de la época en la que la criatura jugaba con sus excrementos embadurnándolo todo.
4.3. Etapa Fálica o Genital
Se extiende entre los 3 y los 6 años de edad y se refiere al desplazamiento de las tendencias sexuales y agresivas hacia las zonas genitales. Se trata pues del interés del niño por los órganos sexuales y sus funciones; por la diferencia sexual entre niños y niñas; y por la relaciones entre los padres. En esta etapa aparecen las que se han llamado tragedias típicas de la infancia: nacimiento de hermanitos, la escena primaria, seducción por mayores, el complejo de castración y envidia fálica; y el Complejo de Edipo. Es saludable y deseable para la salud mental del niño y luego para la del adulto que estas tragedias infantiles, transcurran lo más atenuadamente posible.
En la etapa fálica, las tragedias típicas de la infancia son
4.3.1. Nacimiento de hermanitos
A un niño entre los 2 y 5 años de edad el nacimiento de un hermanito le plantea dos tipos de sentimientos que si no son manejados adecuadamente por los padres pueden repercutir en forma desfavorable hacia la vida adulta.
El primero de tales sentimientos es el de curiosidad por saber el origen de su hermanito. Cuando pregunta recibe solo repuestas míticas como que lo trajo la virgen o la cigüeña, lo cual no convence al niño que siente que se le oculta la verdad. Algún niño quiso comprobar en el estanque la presencia de los niños que suponía que de allí los tomaba la cigüeña. En realidad a partir de este momento el niño se convierte en un auténtico investigador de la sexualidad, y si no logra descubrirla plenamente es porque no tiene suficientes elementos de juicio como el conocimiento de los órganos genitales internos de la mujer, y debido a su inmadurez, el desconocimiento de las sustancias seminales en el hombre.
Pero el niño, en sus teorías, descubre el abultamiento abdominal del embarazo y el enflaquecimiento de la madre posparto, lo cual le hace presentir que su hermanito ha nacido de ella, idea que puede ser fomentada si el niño ha observado el nacimiento en otras especies de mamíferos. Pero el niño no logra comprender como se pudo originar el embarazo; puede pensar que algo ha de tener que ver el padre; puede pensar que el embarazo es causado por las ingestas de la madre. En efecto, es frecuente que los niños le pidan a la madre que coma para que tenga un hermanito. En cuanto al parto puede el niño suponer que se hace a través de algunos de los orificios del cuerpo por él conocidos, como la boca, el ombligo, el ano; tal vez piense en la cesárea.
Desde el punto de vista de la Educación Formativa es importante darle al niño la información exacta y en el momento oportuno que es cuando él lo solicita en forma más o menos expresa. Si el niño no logra el esclarecimiento buscado puede reprimir estos intereses que, desde el inconsciente, continuarán manifestándose en la vida adulta a través de conflictos neuróticos que el Psicoanálisis puede esclarecer.
El otro sentimiento que suscita en el niño el nacimiento de un hermanito es el de rivalidad o celos. Es así que cuando el recién nacido acapara la atención y amor de los padres el niño se siente abandonado, y tal vez en realidad sufra a consecuencia de la desatención de que es objeto. En estas condiciones cree que el recién nacido es su rival lo cual origina odio, hostilidad, celos y el deseo de que ese niño desaparezca; de que “se vaya por donde vino”. Por su puesto que en estas condiciones el niño puede ser realmente peligroso para el recién nacido.
Normalmente, es decir en condiciones favorables, y consecutivas a una adecuada Educación Formativa el niño supera esta situación identificándose con la madre en la relación amorosa con el bebé y por consiguiente lo hará objeto de sus juegos y ayudará a la madre en sus atenciones con él. Entonces puede esperarse que el niño crezca saludable y que hacia el futuro tenga las mejores relaciones con sus compañeros, amigos y condiscípulos. Pero en condiciones desfavorables para el niño, es decir en cuanto continúe sintiéndose abandonado, el niño soluciona la situación por medio de la identificación con el bebé, es decir, el niño llorará para ser atendido como su rival, al tiempo que llamará la atención por sus conductas amenazantes contra él. Esta situación anómala tiende también a proyectarse en el futuro de la personalidad del niño determinando comportamientos análogos en la edad adulta.
4.3.2. Escena Primaria
Este nombre se refiere al influjo que las relaciones sexuales de los padres pueden tener en el niño aún en edades tan tempranas como la de 1 o 2 años. Pero es sobre todo en la etapa fálica del desarrollo que el niño puede sospechar una relación íntima entre los padres; por ejemplo que orinan juntos. Pero de todo modos en esta época de la vida el niño no logra entender la realidad de las relaciones sexuales entre los ellos aunque alguna vez o algunas veces las presencie; el niño tiende a interpretarlas más bien como una lucha entre ellos;
como una actitud violenta del más fuerte contra el más débil, lo cual genera temor y odio contra ese padre, igualmente que angustia y miedo ante tales relaciones. Todo esto debe ser evitado por los padres porque se tiende a proyectar en el desarrollo de la personalidad del niño y estará contribuyendo a su psicopatología en su vida adulta, como sucedía en aquel paciente paranoide que decía “un hombre y una mujer juntos son mis enemigos”. Evitarlo es Educación Formativa
4.3.3. Seducción por mayores
Esta situación se incorpora al Complejo de Edipo en forma distinta si aún no se inicia la educación relacionada con el complejo o si ya se ha iniciado.
En el primer caso pueden intensificarse y prologarse las tendencias incestuosas sin generarse situaciones de culpabilidad en el niño. Es algo que puede contribuir a la evolución que genera perversión incestuosa.
Pero si ya se ha iniciado la educación de las tendencias edípicas, la seducción por mayores genera un enorme sentimiento de culpabilidad y angustia que puede impedir la evolución adecuada de las mismas. Sin embargo, la culpabilidad es causada no tanto por la actitud del seductor, como porque con tal actitud se estimulan las tendencias sexuales edípicas reprimidas, que generan entonces conflictos en la conciencia del niño o niña en quien ya, puede decirse, se ha iniciado la personalidad neurótica. Es importante tener en cuenta que la seducción por mayores no tiene que ser necesariamente un acto perverso del adulto sino que puede ser solo un error en sus actitudes como puede suceder cuando la madre
practica el aseo de su niño que puede entrar en contacto con sus órganos genitales, lo que él interpreta como seducción.
Hubo una época en la investigación psicoanalítica cuando Freud concedía tal importancia a la seducción por mayores que la consideraba imprescindible en la causación de la histeria, y en la que sintió fracasada toda su labor cuando comprobó lo contrario, es decir que no era necesario tal antecedente, e incluso que en muchas personas que sí lo tenían no se generaba la histeria. Fue precisamente al continuar su labor que descubrió la sexualidad infantil y el complejo de Edipo, y comprendió que el elemento fundamental generador de la histeria era la insuficiente represión de las tendencias Al continuar su labor comprendió que el elemento fundamental era la insuficiente represión de las tendencias edípicas incestuosas que ante situaciones de seducción generaba conflicto, angustia y síntomas somáticos. Se comprende entonces la importancia de aplicar la Educación Formativa para evitar las situaciones de seducción en los niños, y ante todo, evitar estimular sus genitales cuya excitación se vincula fácilmente a las tendencias édípicas y a la fijación de las mismas.
4.3.4. Complejo de castración y envidia falical
En la etapa fálica es frecuente que el niño enseñe sus intereses fálicos a través de la masturbación infantil (juegos en el acto de orinar; desnudeces para exhibir sus genitales, etc.). Los padres tienden a prohibir tales conductas y no es raro que apelen a la amenaza, en broma claro está, de cortar su pene, idea que no tiene importancia para el niño, que por lo demás no sabe de bromas, hasta cuando descubre la ausencia de este órgano en la niña. Cree entonces que en la niña se ha hecho efectiva la amenaza de castración y por idénticos motivos que a él se lo amenaza. Empieza pues a temer la pérdida de su pene, es decir la castración, y a experimentar culpa y miedo por tales motivos que amenazan su pene; se propone renunciar a ellos, es decir a sus impulsos y satisfacciones genitales los cuales desaparecen entonces de la conciencia, es decir son reprimidos y por consiguientes hechos inconscientes. Así, desde el inconsciente, seguirán generando sentimientos de culpa inconscientes, sentimientos de inferioridad, de impotencia y evolucionando hacia la vida adulta hasta generar la neurosis o formaciones sustitutivas como el conocido machismo que debe ser entendido como una negación, una Formación Reactiva contra el complejo de castración Una Educación Formativa ha de abstenerse de bromas que expresan amenazas de castración, porque, insistamos, el niño no entiende de bromas y tiende, entonces, a creer en la realidad de las amenazas.
En la etapa fálica es frecuente que el niño enseñe sus intereses fálicos a través de la masturbación infantil (juegos en el acto de orinar; desnudeces para exhibir sus genitales, etc.). Los padres tienden a prohibir tales conductas y no es raro que apelen a la amenaza, en broma claro está, de cortar su pene, idea que no tiene importancia para el niño, que por lo demás no sabe de bromas, hasta cuando descubre la ausencia de este órgano en la niña. Cree entonces que en la niña se ha hecho efectiva la amenaza de castración y por idénticos motivos que a él se lo amenaza. Empieza pues a temer la pérdida de su pene, es decir la castración, y a experimentar culpa y miedo por tales motivos que amenazan su pene; se propone renunciar a ellos, es decir a sus impulsos y satisfacciones genitales los cuales desaparecen entonces de la conciencia, es decir son reprimidos y por consiguientes hechos inconscientes. Así, desde el inconsciente, seguirán generando sentimientos de culpa inconscientes, sentimientos de inferioridad, de impotencia y evolucionando hacia la vida adulta hasta generar la neurosis o formaciones sustitutivas como el conocido machismo que debe ser entendido como una negación, una Formación Reactiva contra el complejo de castración Una Educación Formativa ha de abstenerse de bromas que expresan amenazas de castración, porque, insistamos, el niño no entiende de bromas y tiende, entonces, a creer en la realidad de las amenazas.
4.3.5. Complejo de Edipo
Es la época de una relación especial del niño (y niña por supuesto) con sus padres. Se trata de que hacia los 3 a 6 años de edad (etapa fálica) el niño experimente amor por el padre del sexo opuesto y odio por el del mismo sexo. Son sentimientos nuevos para el niño que conforman el llamado Complejo de Edipo Positivo Simple, pero que en la realidad se halla muy complicado con sentimientos propios de las etapas anteriores (oral y anal); con sentimientos procedentes directamente de los instintos, y sobre todo del Complejo de Edipo Negativo; que tiene carácter homosexual y según el cual el niño experimenta amor por el padre de su mismo sexo y odio por el del sexo opuesto. Por algo se ha dicho del niño que es polimorfo perverso. A esta complicación de sentimientos tan sencillamente presentada aquí, es a lo que se ha llamado Complejo de Edipo Positivo Compuesto. Las energías psíquicas del Complejo de Edipo son tan reales e intensas que alguien ha dicho que si a ellas se uniera la fuerza física del salvaje, el niño mataría al padre y se acostaría con la madre, y, claro está, al contrario procedería la niña. Con el desarrollo de la educación desde la infancia y como consecuencia de la represión de tales tendencias, parricidas e incestuosas, desaparecen las mismas de la consciencia, a tal punto que la persona no recuerda sus vivencias edípicas y tiene todo el derecho a negarlas diciendo “No recuerdo haber estado enamorado de mi madre”, y tampoco haber odiado así al padre. Freud encontró que el Complejo de Edipo es el eje literario de muchas tragedias entre las cuales atendió principalmente el Hamlet de Shakespeare; Los Hermanos Karamasov de Dostoievsky, y ante todo, el Edipo Rey de Sófocles. Los protagonistas de estas novelas (Hamlet, Dimitri y Edipo) son personalidades fijadas, inconscientemente, a las tendencias incestuosas y parricidas del Complejo de Edipo, como sigue siendo toda persona afectada de Neurosis o psiconeurosis.
En Edipo Rey el protagonista Edipo, dentro de la trama de la novela, había crecido al lado de padres sustitutos por decisión de sus verdaderos padres los reyes Layo y Yocasta quienes temían a la predicción del oráculo según la cual Edipo mataría al padre y se casaría con la madre. La predicción del oráculo representa el conocimiento inconsciente de que todo ser humano está destinado a vivir el complejo de Edipo.
Efectivamente más adelante en una riña callejera Edipo mata al Rey sin saber que es su verdadero padre, y todavía más adelante recibe la mano de la Reina, sin saber que es su verdadera madre, como premio por descifrar el enigma de la esfinge. Se casa con ella y tienen varios hijos. Cuando Edipo descubre que ha matado a su padre y desposado a su madre experimenta una culpa que ni siquiera la consciencia de que no sabía que eran sus padres logra compensar. Se arranca los ojos de dolor y en adelante lleva una vida de vagabundo miserable y desgraciada. Se entiende pues la fatalidad de las tendencias edípicas, parricidas e incestuosas para todos los seres humanos.
La educación está obligada a entender al niño y ayudarlo en la forma más adecuada posible, a superar el Complejo de Edipo que siempre tiene carácter infantil, así persista en el adulto, en cuyo caso, si es inconsciente, determina la psiconeurosis lo que lo hace efectivo para distorsionar las relaciones humanas en general y particularmente con los padres y personas dotadas de autoridad. Si es consciente puede dar origen al incesto y al parricidio.
Una adecuada Educación Formativa significa permitir al niño disfrutar de la madre y tolerarle su hostilidad con el padre, sabiendo que a nadie dañan tales tendencias. Significa ir logrando en él una renuncia auténtica y consciente, es decir no por la vía de la represión; una educación encaminada a lograr el Complejo de Edipo Negativo que es la superación del Complejo de Edipo. Ese niño pagará un día, como adulto, con gratitud y auténtica ternura por sus padres, y sobre todo pagará incorporándose a la gran masa de hombres y mujeres que han logrado su plena evolución y madurez, y para la otra masa de hombres y mujeres que siendo ya adultos han permanecido fijados al Edipo (insistamos, por supuesto, en forma inconsciente) y sufriendo la psiconeurosis es recomendable reorientar la salud mental y la vida aprovechando la reeducación que le ofrece el Psicoanálisis.
4.4. Etapa de Latencia
Se extiende entre los seis y los once años de edad. En esta época se atenúan los intereses agresivos y eróticos del niño para dar paso al interés por la cultura, la civilización y los conocimientos. Es pues la época adecuada para iniciar la Educación Informativa, sobre todo en un momento ya avanzado en esta etapa de latencia. Esto último para indicar que no es necesario hacer mucho énfasis en la instrucción académica apenas aparecida la etapa de latencia. El término latencia significa que el niño parece olvidar los intereses eróticos y agresivos que se complacen entones en la investigación de las ciencias, muy especialmente de las biológicas, más próximas a la investigación sexual que está reprimiendo, es decir de la cual se está olvidando.
Sin embargo es frecuente observar intereses sexuales y agresivos en esta etapa de latencia que parecen oponerse a tal etapa. Se trata de niños así dotados temperamentalmente, y/o de niños que permiten pensar que si tal fuerza tiene sus instintos en esta época de latencia,¿ cuál sería en la etapa fálica? Pero sobretodo, hay que considerar que en esta época de la vida el niño puede estar reaccionando en relación con la tan frecuente educación represiva, y los excesos sexuales y agresivos del niño serian la reacción contra la misma y sería a la vez un anticipo y advertencia de lo crítica que será su ya próxima adolescencia.
Se extiende entre los seis y los once años de edad. En esta época se atenúan los intereses agresivos y eróticos del niño para dar paso al interés por la cultura, la civilización y los conocimientos. Es pues la época adecuada para iniciar la Educación Informativa, sobre todo en un momento ya avanzado en esta etapa de latencia. Esto último para indicar que no es necesario hacer mucho énfasis en la instrucción académica apenas aparecida la etapa de latencia. El término latencia significa que el niño parece olvidar los intereses eróticos y agresivos que se complacen entones en la investigación de las ciencias, muy especialmente de las biológicas, más próximas a la investigación sexual que está reprimiendo, es decir de la cual se está olvidando.
Sin embargo es frecuente observar intereses sexuales y agresivos en esta etapa de latencia que parecen oponerse a tal etapa. Se trata de niños así dotados temperamentalmente, y/o de niños que permiten pensar que si tal fuerza tiene sus instintos en esta época de latencia,¿ cuál sería en la etapa fálica? Pero sobretodo, hay que considerar que en esta época de la vida el niño puede estar reaccionando en relación con la tan frecuente educación represiva, y los excesos sexuales y agresivos del niño serian la reacción contra la misma y sería a la vez un anticipo y advertencia de lo crítica que será su ya próxima adolescencia.
A:
Uno de tales comportamientos es la sistemática negación a la satisfacción de los deseos del niño (son las madres NO) y esto con los más variados argumentos, como por ejemplo que se vuelven caprichosos. Desconocen estas madres que precisamente con esa actitud negativa se está generando el capricho del niño, es decir su obstinación en lograr lo que se le niega. En cambio todos hemos observado cómo pasa a un segundo plano el interés del niño por el juguete que tanto le interesó. Tales señoras NO argumentan otras veces que el niño ha de ir aprendiendo que no todos los deseos se pueden satisfacer. Pero esto no justifica frustrar aquellos que sí es posible satisfacer. Y en fin, como en páginas atrás hubo de decirse, ni el mismo humano adulto ha logrado dominar tanto en sí mismo sus deseos que no viva constantemente persiguiendo su
satisfacción. Porqué pues tanto incomodar al niño, cuando, de otro lado, la experiencia psicoanalítica enseña que el adulto es más auténticamente capaz de dominar sus deseos cuanto más los haya satisfecho en su infancia y cuanto más penamente consciente sea de ellos.
B:
El niño no debe hablar e interrumpir al adulto que habla. Es sin duda esto una violación a los derechos del niño que afecta directamente su autoestima volviéndolo tímido, retraído y ajeno a los demás. Esta actitud del adulto por lo demás, limita el conocimiento que puede adquirir sobre el niño y el placer de la comunicación intelectual y emocional que el niño puede aportar en sus relaciones humanas. Con frecuencia el carácter pueril de las comunicaciones del niño suscitan risa y aun burlas en el adulto.
C:
Cuidados y seguridad que los padres y adultos deben al niño ante el peligro. En este punto se comenten graves errores que van desde el grito desaforado hasta los brutales castigos físicos que son los recursos principales de madres ansiosas e ignorantes que inciden en el niño generándole un sentimiento de inseguridad y la consiguiente angustia. Siente que el mundo que le rodea está plagado de peligros. Los padres, por supuesto necesitan y deben proteger al niño contra los riesgos que en realidad continuamente le rodean. Pero cuál es la forma? Ante todo apelando a la inteligencia antes que a la emoción, que es lo que significa la ansiedad. Así, si en el tobogán el niño va a caer a la piscina, la madre, el padre se ubicará discretamente en forma de protegerlo del agua.
Otro ejemplo muy conocido: si el niño quiere trepar al árbol con lo cual demuestra su deseo de ir dominando el mundo, está bien si el padre le ayuda lo necesario sin olvidar la expectativa que ha de mantener para recibir al niño cuando caiga. Proceder al contrario y en medio de ansiedad es transmitir al niño tales indiscreciones y ansiedades y es estar exigiéndole la responsabilidad de cuidarse cuando aún no está capacitado
D:
Actitud Controladora. Es la de la madre que incesantemente necesita saber dónde está y que hace el niño. Esta que es sin duda una actitud no solamente útil sino necesaria para el cuidado y seguridad del niño, pasa a ser nociva para la tranquilidad del mismo cuando a través de los gritos, órdenes y amenazas se hace prácticamente responsable al niño de su seguridad. Es un recurso de la madre para deshacerse de su auténtico deber de cuidar al niño obligándolo a asumir tal deber, que, por supuesto, el niño ha de ir asumiendo en la medida que los padres le enseñen los peligros y la forma de afrontarlos.
E:
Madre Propietaria: se trata de madres que se toman demasiado en serio la posesión sobre su hijo y consecuentemente asumen esa posesión como si el hijo fuera parte física y emocional de ellas mismas con lo cual limitan el libre albedrio y el derecho al libre desarrollo de la personalidad. Son madres que no pueden entender y menos respetar y tolerar que el niño tenga sus propias apetencias y tome sus propias decisiones. Es el caso de la niña de siete a doce años que quiere ponerse determinado vestido o comer determinado alimento y la madre decide que sea el de su preferencia. Estas que estamos llamando madres propietarias se generan en una inmadurez de la personalidad, son dominantes en ellas las tendencias narcisista y egoístas que las hacen además poco colaboradoras, insolidarias, poco tolerantes a la crítica y a la frustración, e incapaces de prodigar autentico amor.
Precisamente, todos estos defectos de la actitud educadora, y otros que sin duda los hay expresan una gran limitación del amor al niño, que así se le exprese en forma verbal o a través de mimos a veces desbordantes no convencen al niño quien siente y está convencido que el verdadero amor se lo prodiga quien lo respeta; que es el respeto la expresión del amor. Y no sobra recordar finalmente el grave oprobio a la personalidad en desarrollo del niño que ha sido, y que en grado importante sigue siendo, el castigo físico, del que en la educación informativa se ha dicho que “la letra con sangre entra”.
Difícilmente se encuentra algo más degradante que un gigante (hombre o mujer), que eso es un adulto comparado con un niño, muchas veces armado de un objeto quemante contundente o corto contundente, y con ánimo enfurecido, que las emprende contra el niño cualquiera sea el motivo, que, por lo demás es, como tiene que ser, solo una niñería.
4.5. Etapa Puberal o Adolescencia
Se extiende entre los once y los veinticinco años de edad. Al contrario que en la etapa de latencia y como consecuencia del desarrollo gonadal se intensifican las tendencias sexuales y agresivas en forma análoga a como ya sucedió en la etapa fálica. En realidad se trata de una regresión a esta etapa solo que ahora ha habido un mayor desarrollo del Yo que lo hace capaz de autocrítica, de tomar decisiones y asumir actitudes. La regresión en este punto significa que el niño asume sus tendencias sexuales y agresivas de la etapa fálica que fueron reprimidas en la etapa de latencia y que ahora en la etapa puberal deben evolucionar hacia características adultas.
Reaparecen pues sentimientos, más o menos modificados, relacionados con curiosidad y rivalidad con el nacimiento de hermanitos; con la escena primaria; con la seducción por mayores; con el complejo de castración (envidia fálica), y sobre todo los sentimientos relacionados con el complejo paterno o edípico de cuya solución adecuada o no dependerá la salud mental o la neurosis del adulto.
Se trata pues de que el niño, o mejor el adolescente, en esta época de la vida debe, en primer lugar, esclarecer sus sentimientos edípicos lo cual está muy influido por lo saludable o no que haya sido la etapa fálica. Se espera que un resultado adecuado de esa situación infantil (etapa fálica y principalmente complejo de Edipo)
signifique atención y respeto a la autoridad en cuanto es respetable, pero también la protesta y rebelión contra el autoritarismo y sobre todo si es la repetición o continuación de un padre tirano en la infancia.
Pero además el adolescente debe esclarecer sus sentimientos y actitudes edípicas de tipo amoroso; es decir, esclarecer los sentimientos con el padre del sexo opuesto o sus sustitutos y objetos amorosos de la actualidad. Por supuesto la disposición para este esclarecimiento también está influida por lo saludable o no que fuera la etapa fálica. Una solución adecuada al amor edípico significa la renuncia al objeto amoroso infantil (la madre para el niño y el padre para la niña) y a sus sustitutos.
La superación en la adolescencia de ambas tendencias, hostil y amorosa, del complejo paterno, está facilitada cuando la etapa fálica transcurrió satisfactoriamente, como queda dicho; de lo contrario dicho complejo continuará ejerciendo papel decisivo en la personalidad y en la salud mental del individuo, determinando, lo que se ha llamado, muchas veces, la crisis de la adolescencia, que se conservará a lo largo de la vida como personalidad neurótica en el mejor de los casos o como psiconeurosis, a las que solo el Psicoanálisis logra dar solución.
4.6. Etapa Adulta, Involutiva y Senil
La etapa adulta se extiende desde los 25 a los 45 años de edad y como ya se dijo es una regresión a la etapa de latencia. Es la época en la cual normalmente el individuo asume responsabilidades profesionales y laborales; es también la época en la que se asumen responsabilidades en las relaciones de pareja y por supuesto, con la prole; responsabilidades todas que se cumplirán auténticamente si la etapa puberal transcurrió satisfactoriamente.
Esta etapa, la adulta o adultez, como las dos siguientes y últimas en el desarrollo de la personalidad, la etapa climatérica y la senil o senectud,que, evidentemente, no pertenecen a la
infancia, no tienen implicaciones para la Pedagogía ya que a estas alturas ya no se es educable y por consiguiente no habremos de ocuparnos de ellas más allá de expresar lo dicho sobre la adultez y que la etapa climatérica se caracteriza psicológicamente por una regresión a la etapa genital y anal (viejos verdes), y la senectud, por una regresión aún más profunda hasta las etapa anal y oral, que hace totalmente dependiente al anciano, generalmente de sus hijos .
5. Dos Sistemas Educativos Vigentes
Se trata de dos sistemas educativos los más frecuentes y opuestos entre sí. El primero, al que podemos llamar Educación Excesiva o Por Exceso, o Educción Represiva, se caracteriza por una actitud educadora altamente prohibitiva de las tendencia primarias del niño, las cuales son sancionadas muchas veces con castigos drásticos y con amenazas religiosas de pecado y castigos en el más allá. Estos niños así educados son frecuentemente objetos de las más variadas enfermedades mentales a lo largo de su vida, principalmente psiconeurosis. Se trata, finalmente, de niños a los que la sumisión y autoritarismo a los que son sometidos, les niegan, por supuesto, el libre albedrio, y con él, el libre desarrollo y crecimiento de la personalidad, lo cual impide que el niño experimente con sus instintos e investigue y domine el mundo que lo rodea.
El segundo de tales sistemas educativos, al que podemos llamar Educación por Defecto o abandono, es, como queda dicho, opuesto al anterior y en verdad que difícilmente puede ser considerado sistema educativo. Se trata de los niños abandonados de quienes los padres, ni nadie, se ocupan, a no ser para darles un continuo mal ejemplo de vida y negarles el derecho fundamental a la salud, la alimentación, los cuidados a su integridad etc. Son niños que pronto se evaden del hogar convirtiéndose en nuevos niños de la calle expuestos a todos los riesgos contra su salud, su integridad, su moral, y destinados a ser los futuros delincuentes.
En verdad que estos que venimos llamando sistemas educativos, solamente merecen tal nombre, cuando no llegan a realizarse en forma tan altamente nociva o perversa, según las descripciones anteriores. Es necesario entender que cuando no se llega a tales extremos nocivos, estos sistemas educativos pueden producir resultados más o menos satisfactorios en cuanto al rendimiento de la personalidad a lo largo de la vida, pero siempre con un sentimiento angustioso dentro de la personalidad sometida a la Educación Excesiva, y de irresponsabilidad en la vida de quienes fueron sometidos a la Educación por Defecto. Hay que insistir en que ambos sistemas educativos rebelan la irresponsabilidad de los padres que evaden la ardua labor que caracteriza el proceso educativo, unos cortando por lo sano con la prohibición rotunda y el castigo y otros no haciendo nada.
Es interesante avanzar un poco más en la comprensión del mecanismo psíquico que ocurre en la personalidad de los niños, frutos de la educación por exceso y por defecto. Al respecto hay que recordar la definición de aquella instancia de la personalidad que es el Superyó y que dejamos atrás consignada, y en la cual se dice que el Superyó es una diferenciación del Yo consecutiva a la acción educadora de los padres, y que es una identificación con ellos en lo relativo al orden social, a las tendencias morales, éticas, estéticas y a los ideales.
Se trata pues de que el Superyó, que es la parte más elevada de la personalidad, la que dicta el conocimiento y los sentimientos sobre el bien y el mal, y la que rige el comportamiento social, es la instalación en la personalidad del niño del Superyó de sus educadores, o mejor, del Superyó inculcados por ellos, esencialmente de sus padres, en un proceso que termina aproximadamente a los siete años de edad, cuando el niño ha llegado al uso de razón y puede decidir con toda propiedad entre lo bueno y lo malo, entre el bien y el mal. Antes de la internalización del Superyó paterno el niño decía: mi papá (o mi mamá) dice que eso es malo (o bueno), significando así que su Superyó es el de los padres, o sea que no ha sido internalizado aún. Ahora dice: eso es malo (o bueno).
En la educación que venimos llamando por exceso los padres han transmitido al niño un Superyó más exigente, rígido y prohibitivo que lo saludable, y su consecuencia se hace sentir en enfermedades mentales como las psiconeurosis, las depresiones, y por supuesto en las psicopatías que son tales enfermedades cuando incluyen tendencias y actividades antisociales con las cuales, en forma consciente o inconsciente, se vengan de la familia y de la sociedad, del maltrato a que fueron sometidos en su infancia. Entre tales psicópatas se encuentran los que Freud llama delincuentes por sentimiento de culpabilidad, que son aquellos que delinquen buscando, inconscientemente, ser castigados (cárcel) para pagar la culpa edípica inconsciente que tienen desde la infancia.
En cambio en la educación que venimos llamando por defecto, en cuanto en verdad el niño no fué objeto de educación alguna, sino del abandono, descuido, maltrato y mal ejemplo, no tuvo a quien parecerse o mejor con quien identificarse en el bien, y sí solo con aquellas figuras encargadas del mal ejemplo y abandono, que no podrán generar un Superyó, y acaso lo que tal vez podríamos denominar un anti- Superyó que caracterizaría a aquellas personas de las que puede decirse que tienen el diablo adentro. Son pues personas carentes o muy pobres de Superyó que es lo propio de la personalidad sociopática, lo que les permite cometer los más variados delitos sin experimentar, por supuesto, vergüenza, culpa ni arrepentimiento. El Superyó en estas personas no se internalizó, no se hizo parte de los sentimientos de la personalidad lo que, no obstante, no les impide razonar e intelectualmente diferenciar el bien del mal, y disponer de recursos de toda índole para evitar la acción de la autoridad y la justicia cuando optan por el mal. Con toda razón se ha dicho que el Superyó del sociópata, que está afuera de la personalidad, es propiamente el policía, o mejor el temor a la autoridad. Gran parte de estos delincuentes continúan conscientemente fijados al Complejo de Edipo con todas sus consecuencias en el ejercicio de su sexualidad y de su agresividad en las relaciones con las figuras de autoridad. Son pues personas predispuestas al incesto y al parricidio.
6. La Educación Formativa Ideal
Por supuesto este nombre supone la existencia de una Educación Formativa no Ideal o nociva que es precisamente la que el padre delincuente infunde en su hijo en su relación de amor con Él. Es la misma educación por defecto que acabamos de comentar.
De lo hasta aquí expuesto puede inferirse cuál es la configuración de una educación ideal. Después del nacimiento y durante las etapas auto eróticas o narcisistas del desarrollo, es decir la etapa oral, la anal y la primera parte de la etapa fálica, o sea la época de la masturbación infantil, etapas en las cuales las tendencias eróticas del niño se satisfacen en las zonas correspondientes de su propio cuerpo, y los padres han de limitarse a ser espectadores de sus actividades del niño, observan entonces el placer de succionar seguido poco después del de jugar con los excrementos y zonas anales, lo mismo que poco más tarde observarán el exhibicionismo y juego con los órganos genitales, la llamada masturbación infantil. Esta actitud expectante de los padres puede ser entendida como el inicio del respeto a la intimidad del niño que más tarde, éste exigirá expresamente, y constituye la educación Formativa en esa época.
Al final de la etapa fálica se aprecia la atenuación de tales tendencias narcisista o relativas a su propio cuerpo y aparecen las tendencias y relaciones objetales. Ya no es tanto el propio cuerpo del niño lo que suscita su interés, sino los objetos edipicos (padre y madre) e igualmente los más variados objetos del mundo exterior en la etapa de latencia; los objetos sustitutivos de los padres en la adolescencia, para terminar en la adultez, en el interés, acatamiento y placer de enfrentar los compromisos profesionales, matrimoniales y filiales.
A partir de la actitud expectante y pasiva que esperamos de los padres hasta el inicio de la etapa fálica (tres a cuatro años aproximadamente), y que debe ser entendida como el inicio de la Educación Formativa. A partir de entonces tal educación se vuelve activa en cuanto los padres han de prodigar amor, respeto, seguridad y buen ejemplo, y han de evitar la educación perversa a la que anteriormente aludíamos caracterizada por el abandono y descuido, o castigos, gritos, regaños o ridiculización al niño por sus intereses instintivos. No hay razón para cuestionarle su instintividad que es hermosa, natural, propia de la especie y base para el desarrollo psíquico humano. Hay más bien la posibilidad de disfrutar las “delicias”, alegría y placer que pueden derivarse de las relaciones con los niños. Pero ante todo es necesario el respeto al niño quien ha de sentir que se le toma en serio; que sus actos, ideas, preguntas, respuestas y todo lo que puede ser expresión de su psiquismo y su instintividad son recibidos con interés y seriedad por el adulto. Esta actitud de respeto del adulto ante la cual ya el niño se siente objeto de amor, no excluye que el adulto se pronuncie en términos cariñosos y amorosos que le hacen sentir al niño seguridad ante ciertas ocasiones de dolor físico, peligro o frustración.
Cuando el niño experimenta las anteriores relaciones con sus padres, y ante todo su mutua relación de amor, va a querer y a necesitar ser como ellos, identificarse con ellos, lo cual hace que aprenda e incorpore a su personalidad el ejemplo bueno o malo de sus amados padres. Por supuesto, para lograr la educación ideal, se espera de los padres que prodiguen el buen ejemplo y por supuesto que se pronuncien con explicaciones y correcciones amables con el niño cuando se consideren convenientes. Y se entiende que, definitivamente, el amor, el buen ejemplo y la identificación son las bases para una Educación Ideal. Puede decirse que la única limitante a este proceso de identificación es la inmadurez psíquica de los padres, que los hace semejantes al niño con quien establece relaciones hostiles y conflictivas. Se trata de padres que no saben amar en forma adulta y auténtica a sus hijos y entre quienes se encuentran aquellos que los agreden físicamente, los insultan, gritan y ridiculizan muchas veces en nombre de la educación. Como antes queda dicho, que degradante que un adulto muchas veces armado y por demás enfurecido encare a su propio niño. Estas personas no deberían tener acceso a la relación con los niños, con sus hijos, lo cual debería ser un derecho y un privilegio reservado a personas que saben infundirse en el alma infantil, según expresión de S Freud. Se esperaría de aquellas personalidades tan mal preparadas emocionalmente para ser padres que al menos intelectualmente entendieran la forma de hacerlo y la aplicaran en favor de sus hijos aunque esto significara sacrificar sus propias tendencias.
Y para terminar estas orientaciones que conducen a la Educación Formativa Ideal, es necesario tener presente la importancia de limitar el proceso de represión primaria (hacer inconsciente tendencias instintivas o primarias en la infancia), para así limitar también la represión secundaria (hacer inconsciente tendencias instintivas o primarias en la edad adulta), ya que cuanto menos represión primaria hay en la infancia, habrá menos represión en la vida adulta o represión secundaria, y más salud mental; y al contrario, cuanto más represión primaria, habrá más represión secundaria en la vida adulta y menos salud mental.
La represión, o sea el acto de hacer inconsciente un contenido psíquico, demanda un gasto de energía, o sea un esfuerzo para causarla (represión propiamente dicha) y principalmente para mantenerla, a lo cual se da el nombre de resistencia.
Estos gastos de energía psíquica determinan que el paciente aparezca fatigado, limitado en sus rendimientos de toda índole; angustiado, tanto más en cuanto que los elementos emocionales reprimidos, por serlo, son frustrados.
Contrastan notoriamente el niño o el adulto objetos de intensas represiones, con aquellos que lo son en menor intensidad; los primeros son tímidos, retraídos pesimistas, limitados en sus capacidades, angustiados; en cambio de los segundos puede decirse todo lo contrario.
La represión no solamente es un gasto superfluo y excesivo de energías psíquicas, sino que las energías psíquicas reprimidas, es decir hechas inconscientes, ya no pueden ser utilizadas como experiencia y no son útiles para explorar la realidad, lo que hace al individuo (niño o adulto), por demás, limitado en su inteligencia: es la llamada Idiocia de la represión consecutiva a la educación excesiva. Precisamente la capacidad de consciencia que recobra el paciente durante la psicoterapia analítica, capacidad de consciencia que es la consecuencia de la liberación de las energías psíquicas reprimidas, mejora no solo el ánimo sino también la inteligencia. Un estudiante puede volverse superior, pues no solo economiza las energías que gastaba en la represión y la resistencia sino que las energía psíquicas liberadas, hechas conscientes, son ahora conocimientos y bases para continuar explorando la realidad de la vida y la realidad científica.
La Educación Formativa Ideal debe prescindir al máximo de componentes de la Educación Excesiva, y no hay que temer a la persistencia de los instintos que no son malos; malas son sus perversiones derivadas de la educación excesiva o de la educación por defecto, es decir, de los sistema educativos vigentes.
Finalmente, la Educación Formativa Ideal se termina hacia los siete años, edad a la cual llega acompañada y acompañando a la Educación Informativa, la cual, esta última, deberá continuar su desarrollo hasta alcanzar por lo menos un grado de madurez que le permita sobrevivir, lo cual no es posible a los siete años, cuando la Educación Formativa ha terminado por madurar el Superyó.
7. Reeducación Formativa – Psicoanálisis
Para aquellas personas que ya en la infancia van creciendo con problemas psíquicos de tipo neurótico consecutivos a deficiencias en la educación, y más que nada para aquellas que han llegado a la vida adulta sufriendo trastornos neuróticos de la personalidad (personalidad ansiosa o tensa; personalidad depresiva, compulsiva, histérica etc.), o que han desarrollado la psiconeurosis correspondiente, problemas psíquicos, todos estos, sumamente frecuentes en la sociedad humana, existe siempre, desde la aparición del Psicoanálisis, el recurso de la Reeducación que no es otra cosa que el Psicoanálisis utilizado desde el punto de vista terapéutico. Esto último, permitiéndonos aquí una breve digresión, significa que el Psicoanálisis, que se inició como un recurso terapéutico, llegó a ser muchas otras cosas: psicología, sexología, parte integrante de la psiquiatría y de la psicopatología en cuanto enseña los mecanismos de la enfermedad mental, y ciencia que explica los más variados intereses de la actividad humana (arte, historia, biografía, cultura, filosofía, y entre otras más, como venimos viendo, Pedagogía, criminología, etc.). Hasta aquí la digresión.
No podemos aquí hacer una relación detallada de lo que es el Psicoanálisis terapéutico: sus teorías, técnica, indicaciones, etc. para lo cual nada igual que volver a la lectura de la magistral obra de S Freud, su creador, o a la de sus mejores intérpretes como el Charles Brenner y Otto Fenichel entre muchos otros.
Ya hemos dicho que en el Psicoanálisis terapéutico el paciente repite en la relación con el terapeuta las relaciones infantiles con sus padres, lo que se entiende como el carácter reeducador del Psicoanálisis, en cuanto tales antiguas relaciones fueron patógenas.
Es pues ahora la ocasión de rectificar por que tales relaciones con el terapeuta son correctivas. Tal relación terapéutica es la llamada relación transferencial – contra transferencial. Transferencial porque el paciente transfiere o desplaza actitudes y sentimientos infantiles e inconscientes a la persona del médico quien, en el proceso terapéutico logrará que aquel se torne consciente de la situación y supere sus complejos (Complejo de Edipo, de castración, envidia fálica, etc.) o aprenda a convivir con ellos. Aquí hay que recordar que la labor del Psicoanálisis es hacer consciente lo inconsciente, y que hacer consciente lo inconsciente tiene valor terapéutico. Y la relación terapéutica es contra- transferencial por que el terapeuta reacciona según sus propias condiciones psíquicas a las manifestaciones transferenciales del paciente, sin dejarse influir por ellas, claro está, y en cambio encontrando la respuesta adecuada al tratamiento.
La terminación del tratamiento que puede ser muy insidiosa, dependiendo de la oposición o resistencias que el paciente necesita poner al progreso del mismo, depende del criterio de ambos, paciente y terapeuta, pero sobretodo, de que se haya superado la relación transferencial, lo que se pone de manifiesto cuando el paciente va logrando nuevos y auténticos objetos de amor sustitutos de los padres y del terapeuta.
En adelante el paciente sabrá manejar sus conflictos en forma análoga a como lo hace toda persona normal, y se espera que ha aprendido a realizar en lo sucesivo su autoanálisis interminable, como sin saberlo también lo hace toda persona normal.
El paciente habrá rescatado características de su personalidad que hubiera tenido si en su infancia no se le hubiera interrumpido su ejercicio, como consecuencia de los traumas y conflictos propios de sus tragedias infantiles.
Creo haber logrado sintetizar y explicar el carácter terapéutico y de Reeducación Formativa del Psicoanálisis. Sin embargo, para mayor claridad sobre ese proceso terapéutico es necesario precisar el concepto de resistencia que algunas veces hemos expresado. Cuando se hace el convenio terapéutico el paciente acepta colaborar con la única exigencia importante que el Psicoanalista le hace: comunicar todos los pensamientos e ideas que se le ocurran durante las entrevistas, o sea la libre asociación de ideas. Sin embargo, es lo primero que incumple: calla, pregunta de que debe hablar o de que quiere el terapeuta que le hable; olvida las citas o llega tarde; dice que no creía tener que hablar de temas o personas o de cosas que no tienen que ver con su enfermedad. Más adelante en el tratamiento discute, se opone a las teorías psicoanalíticas y pronuncia las suyas. Se termina por comprender que el paciente, que necesita y busca conscientemente el tratamiento a la vez lo rechaza inconscientemente; quiere y no quiere curarse. Esto, con intensidades variables, se da en todos los pacientes y se termina por comprender que tal resistencia inconsciente al tratamiento es el principal obstáculo al mismo y lo que demanda mayor atención del terapeuta, quien ha de encontrar la forma de hacerla consciente con lo cual cesa su poder, y aparece en la consciencia el elemento psíquico que antes era inconsciente y no debía ser revelado.
8. Epílogo
De este trabajo debo rescatar como original mía la elemental clasificación de la educación en Educación Formativa y Educación Informativa, la cual no conozco haya sido propuesta por ningún otro autor, y a la que considero útil con fines prácticos, pues permite hacer consciencia de los dos aspectos fundamentales de la educación.
Este esclarecimiento sin duda contribuirá a que los esfuerzos de la familia y del mismo estado sean aplicados en forma lúcida y consiguientemente efectiva. Así, para alcanzar, como proyecta el gobierno actual, que Colombia sea el país más educado de Latinoamérica en los próximos once años, va a poner el énfasis, en la Educación Informativa principalmente a nivel universitario y de posgrados; tal es así que en la primera semana de octubre de 2014 ya anunció 10 mil becas universitarias. Ya se ve que en absoluto se está teniendo en cuenta la Educación Formativa que se realiza desde el nacimiento, durante la primera infancia y aun en la adolescencia, y que es sin lugar a dudas prioritaria en el momento actual para la salud mental de la sociedad Colombiana.
El ser humano de nuestra sociedad está muy afectado en lo mental, y no precisamente en lo intelectual que es la base de la Educación Informativa, sino en lo afectivo y emocional que son base y objetos de la Educación Formativa, y que vienen determinando una sociedad altamente comprometida con los problemas psicopáticos y sociopáticos como consecuencias de que a nuestra sociedad, y más puntualmente a nuestras familias, se les olvidó trabajar por la Educación Formativa desde el nacimiento, y allí está el manantial o fuente de donde se nutre nuestra sociedad de sociópatas y psicópatas.
Si mejoramos la educación desde la más temprana infancia, si gastamos nuestros esfuerzos de toda índole por lograr una infancia feliz y saludable, estaremos mejorando esa materia prima que se beneficiará ahora mejor de la Educación Informativa. Esto sería la consecuencia de una gran cruzada nacional, que para implantarla habría que disponer de esfuerzos y recursos económicos como hoy se programan para la Educación Informativa y habría que empezar ya a estudiar la forma de realizar tal cruzada. Sin olvidar que lograr una buena Educación Formativa puede hacernos ya no el país más educado de Latinoamérica como quiere el presidente Santos, sino el país más educado de la tierra, porque con ello nos habilitaríamos aún más, para sobresalir en el campo de la Educación Informativa o Académica.
Otro aspecto que quiero rescatar como muy de mi propiedad sobre este trabajo es mi convicción al respecto de su contenido. No es solo el conocimiento de la teoría psicoanalítica, sino la experiencia personal de toda una vida como terapeuta y como docente, y sobre todo la experiencia personal como objeto del Psicoanálisis didáctico que me fue posible realizar durante ocho años antes, durante y después de mi formación como Psiquiatra, y que me permitió redescubrir, como lo hace toda persona que realiza un tal Psicoanálisis, los elementos de la teoría Psicoanalítica. Si refiero estos pormenores es porque espero con ellos contribuir a la credibilidad del presente trabajo y a la esperanza de que el mismo pueda contribuir a la lucha contra el enorme malestar social en nuestra patria.
Insistiendo un poco más en la diferenciación entre ambas formas de educación, la Educación Formativa trabaja con la vida emocional del niño hasta generar en él el Superyó, importante para la adaptación a la sociedad; en cambio la Educación Informativa funciona en relación con la inteligencia, el juicio, el raciocinio, en busca de lograr un Yo cada vez más evolucionado hacia la vida adulta, en la cual son importantes los conocimientos científicos, culturales, laborales, profesionales, e intelectuales de toda índole, que permiten, antes que nada, la supervivencia del individuo o sea del mismo Yo.
De otra parte es insistir en aclarar que aquello que hemos denominado Sistemas Educativos Perversos no siempre conduce a los extremos que tal denominación significa. Todo depende de las intensidades con las cuales se realizan tales sistemas educativos. Efectivamente la generalidad de los individuos adultos y niños son sometidos o han sido sometidos a alguno de los dos tipos de educación perversa, o a las variaciones hasta lo infinito de la combinación entre ellas, y sin embargo son la gran mayoría las personas que no han caído en la franca enfermedad mental, en la psicopatía y sociopatía. Pero entre tales personas así educadas se ha generado algún tipo de personalidad considerada normal (compulsiva, histérica, depresiva, etc.) o con tendencias sociopáticas, etc. que las predispone a la enfermedad y a la sociopatía.
Para terminar me permito sugerir mano tierna y amable con el niño desde que nace, y darle buen ejemplo en la educación formativa, pues el niño ama a quien lo ama y quiere parecerse a él, de esta manera el niño va a seguir el buen ejemplo que le dén sus padres. Y me permito también sugerir mano dura con los delincuentes, no tanto con aquellos susceptibles de corrección y redención, sino muy especialmente con los auténticos sociópatas, es el único recurso que nos dejan ellos que son irresponsables, indolentes e incorregibles; que no experimentan ni experimentarán vergüenza, culpa ni arrepentimiento ante el crimen cualquiera sea su modalidad y magnitud, pues carecen de Superyó en su personalidad porque no fue internalizado en ella ni lo será; pues sigue estando afuera de la misma, como en el niño cuando aún no ha sido objeto de la educación formativa, ya que el Superyó en los niños, son sus padres. A diferencia del niño, el delincuente ya no es educable; su Superyó siempre será la autoridad o mejor el temor que le inspira, y cabe esperar que delinquirá con placer y sin la menor culpabilidad cada vez que le sea posible y conveniente, y sobre todo en cuanto pueda burlar la acción de la autoridad y la justicia.
Educación del Führer:
Como testimonio de las teorías aquí escritas
Educados para el Führer.Véase: Rev. Mente y Cerebro, N° 94, 2.019, pág 86. Un ejemplo histórico.El libro de la Enfermera Johanna Haarer: “La Madre alemana y su primer hijo” fue adoptado como texto en la Escuela del Reich para forjar los futuros esclavos de Hitler. Se principia por aislar el bebé durante 24 horas justo a partir de su nacimiento, se baña y se le da de comer sin mirarlo a los ojos, evitando al máximo el contacto físico. Se trata en lo sucesivo sin apegos, sin cariño, ni contemplación alguna, y si llora, dejarlo llorar -eso desarrolla sus pulmones-. En suma, no darle atención al bebé cuando la pide, de lo contrario, el niño aprende rápidamente a dominar a dominar y chantajear a sus progenitores, hasta convertirlos en esclavos. Los estudios psicoanalíticos en pacientes y descendientes de las víctimas de esta nefasta educación, revelan incapacidad para relacionarsen, identificarse, limitado en sus emociones y reflexiones, severidad en sus normas alimenticias, tristeza por los recuerdos familiares, depresión y tendencia al suicidio. Estos niños, fáciles de engañar, que no piensan, que no sienten y no les importa la vida, constituyen un excelente instrumento de guerra. La Biología Molecular, ha demostrado que los hijos de estas víctimas, heredan el gen del estrés (cortisol) y exhiben un comportamiento similar al de sus padres. La hija de la Enfermera Johanna vivió amargada, solitaria y depresiva, escribió un libro sobre su vida e ideas, en el cual arremete contra su madre y declara que no quiere tener un hijo porque no sabría como criarlo.
Para suscitar un Debate:
El espectáculo que dio el Papa Francisco en su homilía / sermón de ayer! Es para leer y releer varias veces…
“Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir enojado a veces, pero no olvides que tu vida es la empresa más grande del mundo. Sólo tú puedes evitar que se vaya cuesta abajo. Muchos te aprecian, admiran y aman. Si repensabas que ser feliz es no tener un cielo sin tormenta, un camino sin accidentes, trabajar sin cansancio, relaciones sin desengaños, estabas equivocado.
Ser feliz no es sólo disfrutar de la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza.
No sólo es celebrar los éxitos, sino aprender lecciones de los fracasos.
No es sólo sentirse feliz con los aplausos, sino ser feliz en el anonimato.
La vida vale la pena vivirla, a pesar de todos los desafíos, malentendidos, periodos de crisis. Ser feliz no es un destino del destino, sino un logro para quien logra viajar dentro de sí mismo. Ser feliz es dejar de sentirse víctima de los problemas y convertirse en el autor de la propia historia, atraviesas desiertos fuera de ti, pero logras encontrar un oasis en el fondo de vuestra alma.
Ser feliz es dar gracias por cada mañana, por el milagro de la vida. Ser feliz es no tener miedo de tus propios sentimientos. Es saber hablar de ti. Es tener el coraje de escuchar un “no”. Es sentirse seguro al recibir una crítica, aunque sea injusta. Es besar a los niños, mimar a los padres, vivir momentos poéticos con los amigos, incluso cuando nos lastiman.
Ser feliz es dejar vivir a la criatura que vive en cada uno de nosotros, libre, feliz y sencilla. Es tener la madurez para poder decir: “Me equivoqué”. Es tener el valor de decir: “perdón”. Significa tener la sensibilidad para decir: “Te necesito”. Significa tener la capacidad de decir “te amo”.
Que tu vida se convierta en un jardín de oportunidades para ser feliz…
Que tu primavera sea amante de la alegría. Que seas un amante de la sabiduría en tus inviernos.
Y cuando te equivoques, empieza de nuevo desde el principio. Sólo entonces te apasionará la vida. Descubrirás que ser feliz no es tener una vida perfecta.
Pero el uso de las lágrimas es para regar la tolerancia. Utiliza las pérdidas para entrenar la paciencia. Usa errores para esculpir la serenidad. Usa el dolor para pulir el placer. Usa obstáculos para abrir ventanas de inteligencia.
Nunca te rindas… Nunca te rindas con las personas que te aman. Nunca renuncies a la felicidad, porque la vida es un espectáculo increíble”. ㅤㅤ⠀ㅤㅤㅤㅤㅤ⠀ㅤㅤㅤㅤㅤ⠀ㅤㅤㅤㅤㅤ⠀ㅤㅤㅤㅤㅤ⠀ㅤㅤㅤㅤㅤ⠀ㅤㅤㅤㅤㅤ⠀ㅤㅤㅤㅤㅤ⠀ㅤㅤㅤㅤㅤ⠀ㅤㅤ(Papa Francisco).